Pero, ninguna empresa sanitaria será humana si previamente no se le da su humanidad al personal. Si no tratamos como personas a nuestros empleados sanitarios, difícilmente podrán sentirse personas que tratan a personas, como mucho se sentirán piezas de un puzle asistencial que se une por la sostenibilidad de los resultados.
Debemos reforzar la idea de que lo que gestionamos son personas, y deben ser tratadas como tal, con todo el respeto que se merecen. No son meros números ni posiciones en las líneas de producción o servicios sanitarios. Igual que en la deontología asistencial sanitaria pedimos que se mire a los ojos de los pacientes, deberíamos ser capaces de mirar a los ojos de los trabajadores sanitarios, y eso sólo se consigue con transparencia e información cálida y de calidad, con la óptima gestión de su talento y con la justa valoración que motiva. Si no tenemos nada que ocultar, nos será más fácil mantenerles la mirada.
Felicidades a todo los que facilitan y valoran el desarrollo personal y profesional. La humanización sanitaria radica en que el personal sanitario pueda adquirir conocimientos técnicos, humanismo asistencial, reconocimiento adecuado, actitudes que se sustenten en habilidades sociales, tolerancia y flexibilidad, cultura compartida, colaboración estratégica, así como competencias tales como liderazgo transformador, trabajo en equipo, integridad, ética, comunicación, servicio, etc. Humanidad autorrealizada en su desarrollo profesional y objetivos centrados en la persona.